martes, 6 de febrero de 2007
Viaje a la aldea del crimen (1934)
RECOPILACION DE ARTICULOS
Y RESEÑAS DE LIBROS
PUBLICADOS RECIENTEMENTE
SOBRE CASAS VIEJAS
1. alasbarricadas.org:Tierra y Libertad
2. diariodecadiz.es
3. www.la_idea.net
4. diario_el-mundo
5. alcalde_de_Benalup-CasasViejas
6. Colección Narrativa
1. CASASVIEJAS: "TIERRA Y LIBERTAD"
En Numancia murieron los celtiberos sobre las hogueras.
En Valladolid y Toledo, los herejes, también sobre ellas.
El Seisdedos y los suyos murieron debajo...
Ramón J. Sender
Es indudable que la II República Española nació entre manifestaciones de júbilo y confianza en la llegada de un nuevo orden social. Sin embargo, sus posibilidades latentes resultaron decepcionantes en la práctica. Fue poco más que una adaptación, con diferentes músicos, de una partitura ya conocida: a la postre, la Republica no sirvió para acabar con los privilegios, sino para
garantizar su continuidad mediante el artificio. Así, por ejemplo, la legislación
laboral republicana se limitó a transformar los Comités Paritarios de la dictadura de
Primo de Rivera en Jurados Mixtos, compuestos igualmente por patronos y obreros.
Diferentes formas del hipócrita interclasismo del Capital. Años después sería el
Sindicato Vertical, no muy diferente de los actuales Comités de Empresa de los sindicatos mayoritarios.
Hoy existe una cierta divinización de esa república burguesa y se pretende hacerla pasar por republica de los trabajadores. Se nos presentan como grandes conquistas de la misma las libertades de expresión, conciencia y asociación, cuando, como libertades, son precisamente capacidades en potencia del ser humano y le son inalienables como el ser racional y social que es. No hubo por tanto victoria alguna sino una coyuntura tendente a la disminución de los niveles de represión a la disidencia, al "delito intelectual". La diferencia con el Estado monárquico previo y el posterior fascista esta en la retórica, la simbología y en diferencias de grado en lo tocante a la intolerancia. El parecido entre estos períodos es evidente si se estiman los cambios habidos en la propiedad de los medios de producción, las relaciones sociales y los medios de coerción desde comienzos del siglo XX.
La sacrosanta II República se sirvió sin remordimientos de profesionales del terror que, irónicamente, terminarían volviéndose contra ella. Este es el caso del capitán de la Guardia de Asalto Manuel Rojas, el carnicero de Casas Viejas.
LA INSURRECCIÓN DE ENERO
De acuerdo con los planes de la Federación Anarquista Ibérica, el 8 de enero de 1933 estallaron cuatro bombas ante la puerta de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona. En teoría, a la vez que se producían las explosiones, debía declararse en toda la península la huelga general revolucionaria de manos de la Confederación Nacional del Trabajo. Como señal para ello, se incluyó en algunos diarios un texto-consigna casi poético, conocido por todos de antemano: "No aguardo más. Vendrás a verme hoy mismo. Ven dispuesto a todo. Tuya hasta la muerte. A."
Había pasado aproximadamente un año desde que los obreros mineros de la Cuenca del Alto Llobregat se habían hecho con el control de sus respectivos ayuntamientos y proclamaron el comunismo libertario.
Entonces el gobierno Azaña había elegido como forma de disuadir a los revolucionarios la deportación de un centenar de militantes anarquistas, sin importarle si habían participado o no en los hechos. Entre los exiliados forzosos a Guinea se encontraban varios militantes fascistas y entre estos parte del grupo de Los Solidarios.
Pero en 1933 todo iba a ser diferente, incluida la represión. La insurrección de enero no se limitó a un pequeño marco geográfico e inmediatamente se sumaron a los trabajadores fabriles y campesinos de Cataluña los madrileños. El proletariado urbano de otras grandes ciudades como Granada, Zaragoza o Murcia, se declaró inmediatamente en huelga y en algunos pueblos se proclamó el Comunismo Libertario y se incendiaron los registros de la propiedad.
La tentativa insurgente fue más intensa en Andalucía, siendo en la ciudad de Sevilla donde la actividad revolucionaria se mostró más activa y dispuesta a la acción directa. Sin embargo la mayor implicación de trabajadores del campo se dio en la provincia de Cádiz, en torno a Jerez, Sanlúcar, y Medina-Sidonia.
A pesar del empeño y las ilusiones de los trabajadores, la revolución no llegó a gestarse y comenzó la represión: la falta de coordinación favoreció las detenciones masivas tras los primeros tiroteos en las capitales. Lérida, Madrid y los pueblos del Levante serían los lugares donde la tortura y el asesinato selectivo llegarían a las cotas más altas.
El propio Director General de Seguridad del gobierno Azaña, Arturo Menéndez, dio órdenes de disparar contra cualquiera que simpatizara con los
revolucionarios el mismo día 8. Pero la verdadera ignominia llegaría el día 12, en un pueblo gaditano del que casi nadie había oído hablar hasta entonces: Casas Viejas.
LA SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA DE CASAS VIEJAS HACIA 1933
Los proletarios agrícolas de la Andalucía latifundista compartían unos niveles de miseria extraordinarios hasta para la época. Según la obra Los
Latifundios en España de Pascual Carrión, para 1932 "el 3% de los terratenientes andaluces poseían el 67% de la tierra". En el caso de Casas Viejas, existe constancia de que en 1933 había 41 propietarios que acumulaban 22.518 hectáreas, exactamente el 42,43% del municipio.
Por añadidura, de las 6000 Ha cultivables, se laboraba apenas una tercera parte. Tal como sucedía en toda la región, el mayor terrateniente era el duque de Medina-Sidonia y la mayoría de los propietarios simpatizaban con posturas monárquicas y antirrepublicanas.
Más de seiscientos braceros y sus familias, sin ninguna propiedad que no fuera su fuerza de trabajo, constituían la mayoría de la población, teniendo ocupación solo treinta personas cuando se produjo la insurrección libertaria.
En un momento en que el precio medio al por menor del pan blanco se situaba en las 068 pesetas y el aceite en 219, los salarios del campo se encontraban en torno a la peseta y media diaria, si bien estos variaban en función de las necesidades de los propios jornaleros. Cuando estas eran extremas, la plusvalía obtenida a su costa por los patronos alcanzaba cotas vergonzantes. En esos momentos, dado que no existía otra cosa que el contrato oral y diario, los trabajadores, humillados, se ofrecían en la vía pública en busca del sustento por cualquier precio. Sin embargo, la conciencia social y la integridad de sus habitantes desestimaron salidas degradantes como el contrabando o la prostitución. Llegados a la necesidad, prefirieron adentrarse, aún a riesgo de sus vidas, en propiedades privadas en busca de caza menor y leña.
Los caciques locales, viendo peligrar su privilegiada posición, atentaron contra el alcalde de Casas Viejas cuando este trató de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores al crear las colectividades agrarias de "La Yeguada" y "Las Torrecillas".
Esta iniciativa, al margen de los reproches de reformismo que puedan hacerse, elevó el beneficio por persona y día hasta las 350 pesetas, de forma que, mientras funcionaron ambos campos, nadie se prestó a servir a los grandes propietarios. Pero el ensayo socialista fue abortado y aproximadamente el 80% de la población continuó careciendo de trabajo y medios de subsistencia durante la mitad del año, sobreviviendo gracias a un ínfimo subsidio de paro estacional.
Por otro lado, alrededor del 85% de los habitantes era totalmente
analfabeto cuando se introdujeron los "estudios nocturnos", un modelo de escuela popular gratuita pensado por quienes tenían algún nivel de instrucción para ofrecer a sus vecinos la posibilidad de ilustrarse.
Gracias a esta iniciativa muchos aprendieron a leer con periódicos
como La Libertad o La Tierra y con obras como Entre Campesinos, de Errico Malatesta, sin duda el autor más leído y popular. Así, quienes salieron de la miseria intelectual, tomaron conciencia de clase y se acercaron de forma paulatina a los planteamientos anarquistas, no tardando en adherirse a la CNT. No debe sorprender por tanto que los federados en el momento de la insurrección fueran mas de trescientos.
LA RESISTENCIA DE SEISDEDOS
Una vez abortada la revolución de enero, los habitantes de Casas
Viejas, que no recibieron la consigna de abandono, no renegaron de su quimera y el día 10 los jornaleros en paro estacionario proclamaron el Comunismo Libertario.
A pesar de la tesis de historiadores como Peyrats, defensores a
ultranza de la inocencia de Azaña que consideran las acciones de Casas Viejas
minoritarias, todos los datos de que se dispone apuntan a lo contrario. La memoria
colectiva y las fuentes primarias aprovechables demuestran que fue una actuación conjunta del pueblo, que se pertrechó de municiones, cortó las líneas telefónicas y controló carreteras y caminos antes de sitiar el cuartel de la Guardia Civil. Precisamente allí se iniciaría el primer cruce de disparos, cuando los guardias rechazaron la oferta de reincorporarse al pueblo del que se habían separado y abrieron fuego con sus fusiles mauser sobre una masa armada de escopetas y hoces. La muerte no deseada de dos guardias civiles producida durante el tiroteo iniciado por ellos mismos serviría a la postre para tratar de justificar las represalias.
A la llegada de refuerzos de la Guardia de Asalto, comandados por el Teniente Gregorio Fernández Artal, tres vecinos fueron heridos, uno de ellos mortalmente cuando pretendía saciar su curiosidad mirando por la ventana. La Guardia Civil por su parte envió a varios números del puesto de Alcalá de los Gazules al mando de un sargento, que quedó bajó las ordenes de Fernández Artal.
Temerosos de las represalias y las torturas a que fueron sometidos los sospechosos, la mayoría de los implicados depusieron sus armas y eligieron abandonar el lugar, dejándolo casi desierto a media tarde. Sólo trataron de resistir las nueve personas que se encerraron en la choza del carbonero Francisco Cruz, llamado Seisdedos.
Junto a este permanecieron sus dos hijos Francisco y Pedro, militantes afiliados a la CNT, Josefa Franco, Jerónimo Silva, las jóvenes Manuela Lago y María Silva, conocida después como Libertaria, y los niños Francisco y Manuel García Franco.
Los resistentes causaron una baja entre los guardias que rodeaban su casa y capturaron a otro que, herido, les sirvió de rehén. Ingenuamente, pensaron que sus sitiadores no serían capaces de abrir fuego contra ellos mientras lo tuvieran a su lado. Los mandos trataron de hacerles claudicar entonces obligando a Manuel Quijada, uno de los prisioneros ya torturados, a tratar de convencerles desde dentro. Libre de sus esposas, que Josefa Franco rompió con una lima, Quijada les transmitió las amenazas y permaneció junto a ellos por decisión propia.
Con la llegada de nuevos refuerzos hizo acto de presencia el Delegado de Gobierno, Fernando de Arrigunaba, quien no hizo nada por buscar una solución pactada ni quiso escuchar las razones de los sitiados. De forma paralela, el Director General de Seguridad, el ya aludido Arturo Menéndez, dio órdenes directas al capitán de la Guardia de Asalto Manuel Rojas de "concluir aquello en quince minutos". El propio Menéndez admitiría en el posterior juicio que le animó a "emplear el rigor sin contemplaciones. Si había que destruir la casa de Seisdedos se destruía". A esto debe añadirse la confesión del capitán Rojas, amigo íntimo del Director General, que afirmó haber recibido la orden de arrasar la choza del propio Ministro de Gobernación, Casares Quiroga, en forma de telegrama: "Es orden terminante Ministro de la Gobernación se arrase casa donde se han hecho fuertes los revoltosos".
No nos duelen prendas al reconocer aquí que la reacción encarnada en Rojas trataría de causar el mayor daño posible a la imagen de Azaña con toda suerte de falacias, incluyéndose aquí la famosa frase de "tiros a la barriga" atribuida falsamente al político republicano. Sin embargo, no por ello puede echarse abajo toda su declaración, menos aún cuando los aludidos reconocieron sus responsabilidades. No es necesario recurrir a la mentira y el falso testimonio para hacer una valoración de los hechos.
EL TERROR DESATADO
El día 12 el capitán Rojas llegó a Casas Viejas con órdenes y ánimo de acabar con los resistentes rápidamente. Sin dudarlo, ordenó incendiar la choza con gasolina. Sólo escaparon del fuego y las balas, contra la voluntad de los sitiadores, María Silva, nieta de Seisdedos, y el niño Manuel García Franco. De sus otros nueve ocupantes solo la joven Manuela Lago y el niño Francisco García tuvieron la suerte de morir acribillados. El resto, incluido el número de la Guardia Civil Magras sucumbieron carbonizados en la choza.
No conforme con el resultado de su criminal intervención, Manuel Rojas inició una auténtica cacería humana en la que los sospechosos, aun contando con informes favorables de la Guardia Civil local, pasaron a ser considerados directamente culpables. Se detuvo a ancianos y enfermos sin miramiento alguno. Así, entre los detenidos figuraba Fernando Lago, padre de Manuela Lago, la joven muerta en la choza, que a sus 70 años permanecía en su casa sin arma alguna. Como Juan Silva, padre de "la libertaria", que había sido previamente liberado por la propia Guardia Civil ante su evidente inocencia. También desarmado estaba el anciano Antonio Barberán, si bien este fue directamente asesinado ante su nieto tras ser allanada su casa en busca de sospechosos.
Fernando Lago y Juan Silva fueron maniatados formando una columna de catorce prisioneros junto a Cristóbal Fernández, Balbino Fumaquero, Juan García Benítez, Juan Villanueva, Andrés Montiano, Manuel Benítez, José Utrera, Manuel Pinto, Manuel García, Rafael Mateo, Juan Galindo y Juan García Franco. Acto seguido fueron obligados a entrar en lo que quedaba de la choza de "Seisdedos". Ninguno de ellos salió de allí con vida. La cobardía y bajeza moral de sus ejecutores fue puesta en evidencia después por los forenses, que indicaron que los cadáveres acumulaban más de cincuenta heridas de bala, la mayoría efectuadas por la espalda.
Tras abrirse fuego contra ellos, ni siquiera el médico de los guardias se apiadó de ellos: este prefirió incumplir su juramento hipocrático pidiendo tiros de gracia en lugar de atender a los que sólo habían sido heridos. Guardias de Asalto y Civiles celebraron los hechos con vivas a la República y al capitán Rojas. A su regreso a Madrid fueron felicitados por el Director General de Seguridad y se improvisó un desfile en columna de honor. Por su parte, los habitantes de Casas Viejas tardaron días en regresar ante el horror de que habían sido testigos. Sólo se atrevieron a retornar guiados por un miedo aun mayor: las amenazas de bombardeo que se hicieron a los que se refugiaron en los campos.
¿JUSTICIA?
El 26 de mayo de 1934 Manuel Rojas fue condenado a 21 años de cárcel como autor de 14 delitos de asesinato. Meses más tarde, a raíz de la amnistía de que se benefició el golpista Sanjurjo, Rojas fue liberado. Los ejecutores de Casas Viejas se comprometerían después en la contrarrevolución fascista de Franco; Manuel Rojas tuvo tiempo de participar, antes de morir, en la represión de Granada y la muerte de Federico García Lorca. Los ejecutados en el 36, ideologías al margen, serían también hijos del pueblo. Ninguno de sus cómplices en Casas Viejas cumplió condena alguna y Arturo Menéndez, Director General de Seguridad del gobierno Azaña, quedó inmediatamente en libertad sin cargos.
Cuando se exigieron responsabilidades en el Parlamento, Azaña no titubeó en asegurar que en Casas Viejas se había procedido con normalidad: "en Casas Viejas no ha ocurrido, que sepamos, sino lo que tenía que ocurrir". Cínicamente, no tuvo problemas para retractarse después, cuando quiso recuperar el apoyo de los trabajadores, diciendo que no estaba suficientemente informado de lo que en realidad había ocurrido. Con tamaña falacia se escudan aun hoy sus herederos políticos. Algunos historiadores, obviando el veredicto de una Comisión Parlamentaria que consideró hechos probados que hubo "ordenes dadas desde la Dirección General y fusilamientos sumarios", prefieren poner en tela de juicio su propia objetividad. Es el caso de investigadores prorepublicanos como el eminente Manuel Tuñón de Lara, que se entretuvo hablando de falta de coordinación en la cadena de mando, manejos de la derecha y manipulaciones de los anarquistas. No negaremos aquí que las tres circunstancias se dieran, pero tampoco seremos tan simplistas como para renegar de lo evidente. Casas Viejas fue el crimen de la II República, y como tal, dejó una profunda herida entre los confiados trabajadores españoles, además de una amarga lección que nunca debe olvidarse: la república burguesa ni quería ni permitiría la emancipación de los trabajadores.
Para saber más:
Brey, G. y Maurice, J. Historia y leyenda de Casas Viejas. Zero, Madrid, 1976.
García Ceballos, M. Casas Viejas. Uriarte, Madrid, 1965.
Guzmán, E. La Tierra. 16 de enero de 1933
Ramos, R. Después de Casas Viejas. Argos Vergara, Barcelona, 1984.
Sender, R. La Libertad. 23 de febrero de 1933
Sender, R. Viaje a la aldea del Crimen. Vosa, Madrid, 2002.
www.alasbarricadas.org
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2. Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 12 de enero de 2003. El original está ilustrado con seis fotografías en blanco y negro.
Periódico "DIARIO DE CADIZ".
www.diariodecadiz.es
Los sucesos de 1933 conmocionaron a España y provocaron la caída de Azaña.
La proclamación de la II República supuso una gran esperanza e ilusión para buena parte de los españoles y mayor aún de gaditanos cuya provincia era de las más desfavorecidas de la nación. Pobreza económica, marginalidad social y explotación laboral fueron tres fuentes de abono para el anarquismo rural gaditano, el más fuerte de cuantas fuerzas revolucionarias estaban implantadas en la provincia.
La República aprobó la ley de Reforma Agraria de 15 de septiembre de 1932 para dotar de tierras a los campesinos sin propiedad, pero su lenta ejecución por falta de fondos para indemnizar a los latifundistas motivó que junto a una más que centenaria historia de tremenda injusticia social, terminase por prender el 8 de enero de 1933 una trágica mecha de violentas convulsiones revolucionarias en el campo español que tuvo su trágica eclosión tres días después en Casa Viejas, una pequeña pedanía entonces de Medina Sidonia.
Los sangrientos sucesos de los que DIARIO DE CADIZ hizo un exhaustivo seguimiento y que ahora cumplen su 70º aniversario motivaron la publicación de numerosas obras y artículos. La brutal represión ejecutada por fuerzas de la Guardia de Asalto -creada por la República en enero de 1932- conmocionó al país entero y terminó por provocar la caída del gobierno de Azaña. Murieron 23 campesinos y 3 agentes del orden.
La controvertida declaración judicial del capitán de Estado Mayor Bartolomé Barba Hernández, quien estaba de servicio la noche del 11 de enero de 1933 en las dependencias del Ministerio de la Guerra cuyo titular era el propio Azaña y del que aseguró que recibió la orden directa de transmitir las instrucciones, pasaría a la historia negra: "Ahora diga usted al general de la división que esté prevenido y nada de coger prisioneros y meterlos en los cuarteles, porque luego resultan inocentes y hay que libertarlos. ¡Tiros a la barriga!. ¡A la barriga!".
No mucho mejor resultó el acta firmada por los capitanes del Ejército Felix Fernández Prieto, Gumersindo de la Gándara Marsella, José Hernández Labarga, Jesús Loma Arce y Faustino Rivas Artal, destinados en la Guardia de Asalto: "Que por el prestigio y la dignidad del cuerpo al que se honran en pertenecer, manifiestan que en la citada fecha les fueron transmitidas desde la Dirección General de Seguridad, por conducto de sus jefes, las instrucciones verbales de que en los encuentros que hubiera con los revoltosos con motivo de los sucesos que se avecinaban en aquellos días, el Gobierno no quería heridos, dándoles el sentido manifiesto de que únicamente entregáramos muertos a aquellos que se encontrasen haciendo frente a la fuerza pública o con muestras evidentes de haber hecho fuego sobre ellas. Y para que conste firman por duplicado el presente. ¡Viva la República!".
Las cuatro tragedias
Los sucesos de Casas Viejas se constituyeron sobre la base de tres tragedias que a su vez dieron lugar a una cuarta que sufrieron en silencio las familias de las víctimas y el propio pueblo que pasó a ser conocida como "la aldea del crimen".
La primera tragedia, y por cierto la más olvidada como siempre, fue la que sufrieron los guardias civiles del puesto de Casas Viejas cuando fueron atacados al amanecer del miércoles 11 de enero de 1933 por quienes acababan de proclamar el comunismo libertario, unos 200 campesinos armados de escopetas y hoces.
Su comandante era desde el mes anterior, el sargento Manuel García Alvarez, quien falleció dos días después en el hospital militar de Cádiz como consecuencia de los disparos recibidos. Los guardias eran Román García Chuecos -quien el 4 de febrero falleció también por idéntica causa en dicho hospital-, Pedro Salvo Pérez y Manuel García Rodríguez, que resultaron heridos.
El 5 de abril, el Inspector General del benemérito Instituto Cecilio Bedia de la Cavallería, ordenó la apertura de juicio contradictorio para determinar si los citados guardias civiles eran acreedores a la cruz laureada de San Fernando "con motivo de su actuación en la defensa de la casa-cuartel al ser atacados por los revolucionarios con idea de apoderarse del inmueble y armas", encomendando su instrucción al capitán Pablo Incera Vidal, destinado en Jerez de la Frontera. Dos años después el expediente del suceso que había sido declarado por decreto de 18 de enero de 1933 "hecho de guerra", fue archivado con una ridícula excusa de defecto de forma si bien el 5 de junio se les ascendió al empleo superior.
La segunda tragedia la constituyó el cerco e incendio antes de amanecer el 12 de enero, por las fuerzas mandadas por el capitán de la Guardia de Asalto Manuel Rojas Feingespán, de la choza en la que se refugiaron algunos de los anarquistas. El telegrama que recibió decía: "Es orden terminante Ministro de la Gobernación se arrase casa donde se han hecho fuertes los revoltosos". Allí murieron tiroteados o carbonizados Francisco Cruz Gutiérrez "Seisdedos" y sus hijos Pedro y Francisco, Manuel Quijada Pino, Josefa Franca Moya y su hijo Francisco, Jerónimo Silva González, Manuela Lago Estudillo así como el guardia de asalto Ignacio Martín Díaz, resultando heridos otros cuatro guardias más.
La tercera tragedia aconteció poco más tarde durante los registros y detenciones posteriores de sospechosos. Comenzó con la muerte por disparos de los guardias de asalto del anciano Salvador Barberán Castellet que sólo le dio tiempo a gritar "¡No tiren, que no soy anarquista!" y terminó un rato después con el fusilamiento despiadado de Manuel Benítez Sánchez, Andrés Montiano Cruz, Juan García Franco, José Utrera Toro, Juan García Benítez, Juan Villanueva Garcés, Juan Silva González, Balbino Zumaquero Montiano, Manuel Pinto González, Juan Galindo González, Cristóbal Fernández Expósito, Manuel García Benítez, Rafael Mateo Vela y Fernando Lago Gutiérrez, siendo éste el único que realmente había participado en la intentona revolucionaria. Todos estaban desarmados y la mayor parte esposados.
La cuarta tragedia fue la leyenda negra que cayó sobre la pedanía así como el sufrimiento y soledad en silencio que padecieron los familiares de los guardias civiles y campesinos asesinados, todos ellos gente de condición muy humilde, que recibieron diversas ayudas económicas de suscripciones populares que se abrieron, una de ellas por DIARIO DE CADIZ.
Antes de abandonar Casas Viejas las fuerzas policiales recibieron la siguiente arenga del delegado gubernativo Fernando de Arruinaga Martín-Barbadillo: "Habéis cumplido con vuestro deber. El Gobierno por mi conducto os felicita. Gracias a vosotros, a vuestro valor, a vuestra energía y disciplina, a vuestra obediencia a las órdenes de vuestros jefes, la República ha podido vencer un grave peligro y puede seguir el camino triunfal y glorioso abierto el 14 de abril. Vuestra magnífica conducta merece bien de la Patria y de la República. ¡Viva la República!".
Conocida posteriormente la verdad de lo sucedido estalló el escándalo y se inició un proceso judicial. Por los 14 asesinatos cometidos contra los campesinos desarmados, el jurado de la audiencia provincial de Cádiz condenó el 28 de mayo de 1934 a su responsable directo, el capitán Rojas a la pena de 21 años de prisión mientras que Arturo Menéndez López, director general de seguridad, fue absuelto.
Han transcurrido siete décadas desde los luctuosos sucesos y hoy día Benalup-Casas Viejas es un próspero municipio que ha postergado para siempre aquella "aldea del crimen" como la bautizara en su novela Ramón J. Sender.
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3. Un libro: "Viaje a la aldea del crimen"
Enviado por el diario La Libertad, Ramón J. Sender confeccionó un extenso reportaje sobre el suceso de Casas Viejas que fue publicando por entregas. La edición completa de esta experiencia vio la luz en 1934 bajo el título Viaje a la aldea del crimen. Por varias razones (incluida la resistencia del propio autor), el libro no había sido reeditado hasta ahora, cuando Ediciones Vosa lo ha rescatado.
"Entraron por distintas calles. Toda la parte sur de la colina se cubrió de uniformes, que sobre la cal de los edificios resaltaban vivamente". Licencias líricas para relatar la tragedia: la Guardia de Asalto registraba a tiros y culatazos la villa de Casas Viejas. Buscaban a un viejo campesino llamado Seisdedos, quien en compañía de otros hombres de campo y guiados por la propaganda anarquista, había cortado la carretera y el teléfono y depuesto al alcalde del pueblo para instaurar el comunismo libertario. Era el mes de enero de 1933.El escritor Ramón José Sender estuvo allí y volvió para contarlo. Los sucesos de Casas Viejas le sorprendieron entre el regreso de la guerra de Marruecos y la consecución del Premio Nacional de Literatura por Mr. Witt en el cantón.
Ausente de los fondos de la Biblioteca Nacional, Vosa, la editorial que dirige Manuel Blanco Chivite, encontró apenas una copia en la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, lo que ha permitido devolver el texto, tantos años después y bajo el cuidado de José María Salguero, a la imprenta.
Más de medio siglo
Viaje a la aldea del crimen no había vuelto a ver la luz desde 1934, cuando el editor Gregorio Pueyo alentó una primera edición. Aunque la editorial Planeta dispone de la práctica totalidad de los derechos de autor del aragonés, nada impidió la recuperación.A Blanco Chivite no le cabe ninguna duda de que Viaje a la aldea del crimen "apasionará a un sector de la juventud concienciado", y destaca de él "aquel estilo fresco y moderno, dentro de una tradición que se cultivó en la República y quedó anonadada con el franquismo: la del reportero al pie del tajo, que va al lugar de los hechos, observa, oye y lo cuenta".
La prosa periodística de Sender, de enorme vigor descriptivo, vuelve así a estremecer a sus lectores al narrar cómo se ordenó quemar la casa de Seisdedos, donde murieron 16 personas.
Una extensa bibliografía registra la página más negra de este pueblo de la provincia de Cádiz, que fue reconocido desde entonces y hasta hace unos años con el nombre de Benalup. La recuperación del libro de Sender supone, además, el recuerdo de uno de los grandes escritores españoles de la primera mitad del siglo XX.
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He terminado de leer una obra curiosa, del escritor Ramon J. Sender. Su título "Viaje a la aldea del crimen" (Documental de Casas Viejas). Se trata de una recopilación de artículos de prensa que hizo Sender para el periódico "La libertad" sobre lo sucedido en la aldea gaditana de Casas Viejas en 1933. En enero de ese año, y respondiendo a una convocatoria nacional, la CNT comenzó un proceso revolucionario, que durante unas horas proclamó el comunismo libertario. En la aldea de Casas Viejas este acuerdo confederal se llevó a efecto. El fracaso del movimiento no llegó al pueblo y se produjo una brutal represión por parte de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto, desplaza desde la localidad cercana de Medina Sidonia.
El texto tiene mucho de relato y lo podiamos encasillar en la oposicion de izquierdas que tuvo la República.
Quiza un texto como este, al que criticaría en algunos aspectos, hoy es necesario. La razón es simple. En este año 2006 se cumple el 75 aniversario de la proclamación de la II República. Si bien nadie niega los avances que se produjeron durante ese periodo (con excepciones tales como Pio Moa o Cesar Vidal, cuyos libros son un insulto a la historia) lo que es verdad es que la República tuvo una parte oscura y de represión que no la diferenció en nada del anterior régimen monárquico. La obra de Sender nos acerca a uno de esos episodios, como fue el asesinato de más de 25 personas inocentes, cuyo único delito era pedir tierra y pan que los señoritos y los caciques del pueblo les venían negando. Por ello veían en el comunismo libertario el sistema que colmaría todas sus penas.
Lo que criticaría de Sender es quiza el tratamiento al que somete a las organizaciones anarquistas. En pocas ocasiones sale nombrada la CNT (habla del Sindicato) y menos a la FAI. Deja Sender a entrever que por culpa de los sectores más "optimistas" de la CNT se produjo tal represión, porque el fracaso estaba cantado. Es una forma poco digna de tratar a las organizaciones libertarias, que si por algo se caracterizaron durante el periodo republicano, fue por su coherencia entre medios y fines. La cuestión es que Sender a la altura de 1933 esta empezando a tomar contacto con una parte con el grupo treintista (que salió de la CNT en 1931 tras el Congreso de la Comedia de Madrid) y sobre todo con el origen del Partido Sindicalista de Pestaña. Es decir, sectores fuera de la CNT y que estaban en franca oposición a la FAI, acusándola injustamente de todos los males generados en el movimiento anarquista.
De todos modos, y dejando a parte las disquisiciones ideológicas del momento, el texto de Sender muestra la crueldad con la que actúa las fuerzas represivas, con el consentimiento de las autoridades políticas, incluidas las altas estancias del Estado republicano. No es oro pues todo lo que reluce y estos escenarios tambien habrá que reivindicarlos en este 75 aniversario de la proclamación de la II República española.
Hay no obstante mas bibliografía al respecto de este acontecimiento, ocultado por la izquierda oficial y moderada y utilizado demagógicamente por la derecha política para desprestigiar a la República, echándole en cara hechos y procedimientos que ellos mismo les habian enseñado durante el ominoso periodo monárquico.
De la dictadura de Franco y su cruel represión ya hablaremos en otro momento.
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3. EVA DIAZ PEREZ para 'El Mundo'
El PSOE impulsa el hotel Libertaria en el lugar de la masacre de Casas Viejas
Construirán también un campo de golf donde en 1933 fue ferozmente reprimida una revuelta anarquista
BENALUP-CASAS VIEJAS.- Los sucesos de Casas Viejas han despertado de su letargo, pero con la excusa de un negocio turístico: la construcción de un hotel de cuatro estrellas -propiedad de una empresa privada, pero respaldado por el Ayuntamiento socialista- en el mismo lugar en el que ocurrieron los hechos, para explotar este episodio de la memoria histórica.
En el centro del pueblo gaditano de Benalup-Casas Viejas hay un lugar que es un jirón oscuro de sangre seca en la Historia de España. No hay ninguna placa, ni monumento, ni advertencia para la desmemoria, pero allí estuvo la choza del carbonero Francisco Cruz, Seisdedos, propietario de aquel tabuco en el que resistieron el embate de la Guardia de Asalto republicana, en enero de 1933, unos jornaleros anarquistas que proclamaron la utopía del comunismo libertario en una aldea perdida de Andalucía. Estaban desencantados con las lentas reformas agrarias prometidas por el Gobierno de la Segunda República -en aquella época, presidido por Manuel Azaña- y, sobre todo, tenían hambre.
Ahora, en aquel lugar donde murieron 25 personas, se erigirá un hotel que se llamará Libertaria, en alusión a María Silva, La Libertaria, nieta de Seisdedos, que sobrevivió al asalto a la choza y que fue fusilada en la Guerra Civil, ya convertida en un mito para el movimiento anarquista.
El polémico hotel lo apoya el Ayuntamiento del alcalde socialista Francisco González Cabañas.
Además, otro pueblo de la zona, gobernado por Izquierda Unida, no ha dudado en explotar para el turismo de lujo este lugar emblemático.
Es el caso del Ayuntamiento de Espera, presidido por Pedro Romero, que hace unos días respaldaba la construcción en el pueblo de un campo de golf, un complejo residencial de 1.000 viviendas, un hotel de cuatro estrellas y otras instalaciones deportivas en la finca El Chupón, donde el gobierno de la Segunda República en 1932 aplicó por primera vez el decreto de intensificación de los cultivos, primer paso de la Reforma Agraria.
El alcalde de Benalup-Casas Viejas, que además es presidente de la Diputación de Cádiz y secretario general del PSOE gaditano, se ha destacado por su interés en la revalorización de la memoria histórica. De hecho, fue el impulsor en 1998 de la recuperación del nombre de Casas Viejas para el pueblo. Durante la Dictadura franquista se suprimió con el fin de borrar toda huella del pasado libertario, pasando a denominarse Benalup.
Es significativo que este ambicioso proyecto turístico para explotar el pasado cuente con el apoyo de este alcalde y de otros políticos del llamado clan socialista de Alcalá de los Gazules, localidad de donde procede la mayor parte de los dirigentes andaluces de este partido. Es el caso del ex alcalde de Alcalá de los Gazules, Luis Romero Acedo, presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Comarca de La Janda y del Grupo de Desarrollo Rural.
De hecho, el ente que dirige Luis Romero está gestionando una ayuda de 550.882 euros para el proyecto turístico del Hotel Libertaria.
Esta subvención estaría a cargo del programa regional Leader Plus que cofinancia la Unión Europea, el Ministerio de Agricultura y la Junta de Andalucía. De todos modos, la aportación a la sociedad promotora del hotel -Huertos de Casas Viejas SA- dependerá de que la Consejería de Turismo le otorgue finalmente la calificación de hotel de cuatro estrellas.
La promotora tiene previsto abrir en octubre. Aún queda mucho, pero ya están terminadas algunas estancias en las que ya se presiente ese sabor kitsch y artificioso que tienen los parques temáticos.Y es que el complejo turístico girará sobre el imaginario de los años 30 en un espacio organizado en torno al hotel de lujo, un restaurante, un café teatro y un pequeño museo.
Cada habitación lleva un nombre alusivo a aquel tiempo: Poetas, Art Decó, Utopía, París 1937, Jazz, Cabaret, Vanguardias o Casas Viejas. La habitación Casas Viejas linda con el lugar donde se supone que ardió la choza de Seisdedos.
Sin embargo, la osadía se resolverá con una decoración que evocará cómo eran las casas campesinas de la época. Una especie de diseño amable y rústico sólo para sugerir los años del hambre con el fin de que el turista no turbe su relax. Y, por supuesto, nada que ver con las escenas que realmente sucedieron de pan bazo, café de recuelo, sopas aguadas y ojos heridos de miseria.
Esta suite Casas Viejas se encuentra en el mismo lugar donde las fotografías de la época mostraban los cuerpos carbonizados de los jornaleros, donde Ramón J. Sender escribió las crónicas para su Viaje a la aldea del crimen o el escritor anarquista Vicente Ballester tomó notas para Han pasado los bárbaros.
El lugar tiembla ahora bajo las grúas y las máquinas excavadoras.Ha estado abandonado durante muchos años, pero es como un lugar sumergido, enterrado bajo los escombros de la Historia.
«Aquí nadie quiere hablar de política desde que pasó aquello», cuenta un vecino sentado en la puerta de su casa, justo enfrente de donde estará situado el Hotel Libertaria.
La CNT protesta
La Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) de Jerez de la Frontera ha manifestado su rechazo al proyecto y ha pedido al alcalde de Benalup y a la empresa promotora que retiren el proyecto «en nombre de la dignidad de aquellos libertarios que murieron luchando contra ese capitalismo que quiere apropiarse ahora de esa memoria».
La revuelta anarquista del 10 de enero de 1933 fue un episodio negro en la Segunda República. En las memorias de Manuel Azaña -los Cuadernos Robados- se descubre cómo convulsionó al país y cómo los radicales del partido de Lerroux lo aprovecharon para hacer caer al Gobierno. El caso fue debatido en el Congreso.El 3 de marzo, Azaña explicaba con amargura el ambiente de crispación.«Fui dando suelta a mis sentimientos de repugnancia por la campaña que se hace contra nosotros, y que por el deseo de derribarnos no se priva de suponer que hemos ordenado las atrocidades de Casas Viejas, o que la hemos ocultado. (...) Declaro que ya no puedo más y que estoy dispuestísimo a dar un escándalo desde el banco azul».
«Aquí a la gente le da igual de todo», confirma el propietario del Bar Ricardo. Parroquiano de este bar era el antropólogo Jerome Mintz, que vivió en el pueblo en la década de los 60. El investigador hizo creer que preparaba un estudio sobre la Semana Santa y el Carnaval, pero, en realidad, recogía información sobre el suceso, que yacía enterrado en una memoria maldita. «Tenía un magnetofón muy grande y se llevaba a la gente a las afueras del pueblo para hacerles entrevistas», añade mientras muestra una primera edición de la obra emblemática The anarchists of Casas Viejas, con fotografías inquietantes de mujeres enlutadas y hombres silenciosos bajo el sol zahareño.
Los años 30 que no llegaron a la aldea
El complejo turístico, respaldado por la Junta de Andalucía por medio del Proyecto Libertaria y por el Ayuntamiento de Benalup-Casas Viejas, que preside el socialista Francisco González Cabañas, contará con una recreación de los años 30
Además, el proyecto de explotación turística -que cuenta también con financiación de la UE- se inscribe en un plan más ambicioso que incluye la explotación turística de los pueblos de la zona -aquéllos en los que se vivieron episodios frustrados de la Reforma Agraria y la opresión de los terratenientes- con enormes campos de golf y otros hoteles de lujo.
De todos modos, la subvención europea aún está condicionada a que la Consejería de Turismo le otorgue la calificación de hotel de cuatro estrellas.
A pesar de eso, la empresa promotora del proyecto ha querido salvaguardar este lugar simbólico incluyéndolo en un pequeño espacio museístico con fotografías de los sucesos. Así, creará una fundación llamada Sucesos de Casas Viejas con documentación de la época y acceso público. Una iniciativa que suena a frágil coartada para calmar las críticas de los que han denunciado el proyecto por su falta de respeto con la Historia y que piden un verdadero centro de recuperación de la memoria.
El Hotel Libertaria recreará el lado amable de los años 30 por medio de una colección de piezas que incluye cerca de 1.000 objetos de la vida cotidiana. Así, en la aldea del hambre se exhibirá todo ese mundo de los 'chevrolet', los cigarrillos emboquillados y aromados, el 'pernod' y el jazz, los biplanos y toda la guardarropía de unos años 30 que jamás llegaron a este pueblo de campesinos de piel broncínea, perdido entre latifundios y señoritos de fiestas camperas de tientas y becerradas.
Es paradójico que en el lugar de los sucesos esté previsto mostrar una colección de originales de revistas -como 'Vogue'- e ilustraciones sicalípticas con muchachas de cejas depiladas y cabellos abuñolados, polvos finos a la lavanda y anunciando jabones de olor. Josephine Baker, con su falda de plátanos danzando en la aldea del crimen con fondo de 'foxtrot'.
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4. Francisco González Cabaña
ALCALDE DE BENALUP-CASAS VIEJAS
La historia sobre los sucesos de Casas Viejas ha estado durante mucho tiempo secuestrado durante el régimen dictatorial anterior, por la naturaleza del sistema político imprante, y también, por el propio dolor que estos hechos ocasionaban a nuestro pueblo.
En multitud de ocasiones, he repetido que esa historia había que recuperarla y que, transcurrido tanto tiempo, no podía seguir estando oculta. Sabemos que aquellos sucesos provocaron una lamentable tragedia, pero debemos decir que fue una tragedia en la que murió gente de bien, buenas personas.
Toda esa imagen negra, que durante muchos años se transmitió, era la única visión que se tenía y que se podía transmitir, y, sin embargo, considero que habría que recuperar todo lo que sucedió para de esa manera poder aclararlo y conseguir que impere de manera nítida la verdad.
En este momento presente, y sobre todo mirando hacia el futuro, para nuestro pueblo, para aquellos que son hijos o nietos de los que vivieron aquellos momentos, y también para los que se acercan aquí con algunas noticias o con curiosidad de conocer qué pasó en Casas Viejas aquellos tristes días de enero de 1933, esta exposición puede servir para rescatar de la memoria histórica esos documentos que sin duda arrojarán luz sobre lo acontecido. Esta exposición nos servirá para mirar hacia atrás pero sin ira y con la intención clara de conocer la verdad.
En este sentido, ya dimos un paso importante con la recuperación del nombre de Casas Viejas para nuestro pueblo, del que había sido despojado con el burdo deseo de borrar cualquier huella que recordara aquel levantamiento campesino y su posterior masacre. De esta forma, pensábamos que hacíamos justicia a quienes la historia marcó con un sello de dolor y sangre.
Algunas imágenes, por muy divulgadas, son de sobra conocidas, pero hay otras muchas que no conocíamos y que afortunadamente se nos dan a conocer a través de esta exposición y de su catálogo. Y eso consideramos que es positivo, puesto que así despertamos el interés para saber qué sucedió y quiénes fueron los que tuvieron la responsabilidad de lo que ocurrió. Y está claro, y la historia lo ha demostrado, que la responsabilidad no fue de nuestra gente, sino de aquellos que quisieron acabar con este brote de libertad que se producía o se empezaba a producir en unas personas tan maltratadas tradicionalmente como eran los trabajadores del campo en Andalucía y más cercanamente los de nuestro pueblo.
Esta exposición nos va a permitir enseñar la historia globalmente, con sus aspectos positivos y negativos y de esa forma poder sacar las conclusiones apropiadas y tener juicios objetivos, y descartar las interpretaciones que durante tanto tiempo se han difundido.
Además queremos que esta exposición sea el germen de un centro de interpretación histórica que permita que todos puedan acercarse a conocer nuestro pasado sin mordazas ni ataduras. En esta sala histórica, las imágenes ocuparán un lugar importante y estarán acompañadas por las noticias de la prensa y las publicaciones, tan abundantes, que sobre los "sucesos" se han escrito, desde el completo estudio de antropología social realizado por Jerome R. Mintz titulado Los Anarquistas de Casas Viejas al clásico Historia y Leyenda de casas Viejas de Gerard Brey y Jacques Maurice, sin olvidar el Viaje a la aldea del crimen de Ramón J. Sender o Han pasado los Bárbaros:la verdad sobre casas Viejas de Vicente Ballester y por supuesto las anotaciones que el propio Manuel Azaña realiza en sus diarios.
Esta exposición será también un homenaje a aquellos campesinos que aquellos días de enero emprendieron un viaje sin retorno en busca de la felicidad y la igualdad. Y poder recordar, para no volver a cometer la misma tragedia.
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5. Colección Narrativa
www.laidea.net
Viaje a la aldea del crimen: Documental de Casas Viejas
Ramón J. Sender
Colección Narrativa, Madrid 2000
199 pág. ISBN 84-8218-034-7
Sender, enviado al lugar de los hechos por el periódico La Libertad, de Madrid, reconstruirá paso a paso los acontecimientos de Casas Viejas en una serie de crónicas que estremecieron a la opinión pública. Posteriormente, estas crónicas fueron reunidas y reelaboradas con nuevas informaciones para dar forma a este impresionante Viaje a la aldea del crimen...
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