viernes, 2 de febrero de 2007

Iman (1930)



"Imán" y Ramón J Sender por J. M. Riesgo, del Departamento de Historia de la UNED

Al releer la áspera, dura, trágica y terrible novela «Imán» siempre se descubren ideas y sensaciones nuevas. Tal es la explosión de sugerencias, hechos y descripciones ambivalentes, que allí se encuentran, muy superior a la exposición de las bombas mismas que con tanta riqueza de matices se describen hasta el extremo de sentir el lector encontrarse en mitad del combate.
Esta obra constituyó un impacto decisivo en la sociedad de la época que como la Historia de España, estuvo perfilada por la larga campaña marroquí. Ello lo prueba el agotamiento de la primera edición en 1930 y el que pronto saliera una segunda de 30.000 ejemplares, lo que en una España en la que se leía y se lee muy poco, es un logro admirable.
Sender se jactaba de haber propiciado con esta obra la caída de la monarquía. Como en otras afirmaciones suyas, hay mucha pretenciosidad a pesar deque la novela aparece en 1930 y poco tiempo más tarde la derrota de los partidos monárquicos en las ciudades (dónde residían los lectores del influyente periodista de izquierdas. Ramón Sender). ocasiona la marcha del Rey y la proclamación de la República, el 14 de abril de 1931.

CRÍTICA AL ESTADO Y AL REGIMEN ESPAÑOL
Al rey lo menciona en la ocasión de un diálogo casi imposible. Cuando Viance, el protagonista, en el primer nivel pues en el segundo está el observador Sargento Sender que es el narrador, se encuentra con un anciano moro que resulta español. Este anciano es un superviviente de la campaña de Tetuán. Como de 1860 a 1921 van 61 años, si participó con 17 años, tendría 78, edad a la que es muy dificil llegar en Africa, aunque he conocido en la Wilaya saharaui de Auxerd. en abril de 1987 a un antiguo miembro del Tabor de Ifni-Sahara que participó en la guerra civil española y puede contar nuestra guerra. la del Sahara y haber recorrido más de mil km. A pie con más dc 70 años.
Pues bien, este encuentro entre Viance y cl anciano que le ayudó en su desesperada huida da lugar a un curioso diálogo, cuyo origen está en la idea de la época: que había un importante número de españoles huidos de los presidios y posesiones españolas convertidos al aislamiento, viviendo como un musulmán más entre los moros. Ya Pedro Antonio de Alarcón se había hecho eco de esta idea rigurosamente cierta pero aumentada por el rumor popular. En «Imán», la permanencia en Marruecos se debe a una trágica historia de amor con una mujer rifeña.
FI anciano reflexiona y dice que la gran tragedia de Marruecos la han hecho los viejos de aquí y allá: España y Marruecos y que «los jóvenes españoles os sometéis, ofrecéis lo mejor de vosotros mismos a cosas caducas. inútiles y malvadas». Aquí el Sender revolucionario se lamenta de como la juventud española que con tanta energía se sublevó en 1909 cuando la Semana Trágica, acepte la sangría de 1919-27 con tanta resignación y pasividad. En realidad si hubo resistencias. en el verano de 1923 un grupo de soldados bajo el liderazgo del Cabo Barroso se amotinan en Málaga negándose a embarcar hacia Africa y matan a un Suboficial. Barroso es condenado a muerte en Consejo de Guerra sumarísimo pero ante la presión popular y la carta de la madre al rey exponiendo que ya han muerto dos hermanos más en Marruecos. Alfonso XIII lo indulta. Sin embargo la actuación real tiene dos notas absolutamente indisculpables.
El telegrama mandado al General Silvestre, antiguo ayudante suyo y hombre visionario herido 13 veces en Cuba y convencido de su buena estrella que en su texto más suave decía «Olé los hombres», lo que le alentó a ocupar posiciones indefendibles en su afán de ofrecer al rey la conquista de Alhucemas antes del patrón de la Caballería Santiago.
Las órdenes reales al General Picasso. instructor de la investigación de los hechos, para que en sus conclusiones exculpe al Monarca y disminuya las responsabilidades del desastre, el 24 de agosto de 1921
Sender. que indudablemente conoce ambos hechos, aprovecha su puesto privilegiado de testigo excepcional en Marruecos y el haber recibido testimonios directos de los supervivientes del desastre para cargar las tintas, pero no para haber derribado a la monarquía. Dice: «al rey había
que traerle a ver todo esto».
«Sabe, ya no quedan casi reyes en el mundo...A unos les han dado mulé, cosa que no la veo bien. Otros han dimitido».
El viejo añade «no se debe matar a nadie» y Viance contesta: «No, aunque sea rey». Aquí Sender en pocas palabras expresó con rotundidad su interpretación de España en aquel momento. Sin embargo su gran conocimiento de la historia y su perspicacia genial fallaron cuando en el mismo diálogo contesta al viejo diciendo que «ya no hay carlistas, sólo luchas y escandaleros entre mauristas y romanistas en el Congreso». Sin embargo. en la siguiente «hora final» de España, los carlistas estarán resucitados y fortísimos haciendo causa común con los enemigos de ayer en Marruecos. los africanistas, la legión y las tropas moras de las cabilas más sanguinarias Beni Urriaguel, Tensaman. Bocoya y Metalza. Y en la actuación de las tropas africanas: la toma de [os puentes del Jarama usando sólo armas blancas o suicidándose en cl cementerio de Brunete para no caer prisioneros, unieron más mitos a la leyenda de terror que infundían en el obrero que les combatía y cuyo padre o abuelo habia servido en Africa o leía las obras más afines de Díaz Fernández «El Blocao», el «Imán» de Sender o «La Ruta» de Arturo Barca, sargento en la guerra de Marruecos y Director general de Prensa con la República,

EL PERSONAJE DE VIANCE Y SUS ANTECEDENTES
Como el servicio militar duraba tres años y más si se recargaba por mala conducta, la experiencia del protagonista cubre todo el período trágico de la guerra 1920-23. por ello parece que Sender nos quiere hacer ver el casi imposible de la presencia de Viance en todos los lugares decisivos del desastre Se habla de una posición en la que les están breando (Abarran). de un teniente F partido por una granada (El teniente de Artillería Fromista murió en Abarran), los Generales S y N son los Generales Silvestre y Navarro. La posición Res Igueriben y su Comandante es el ciertamente legendario Benítez de los pocos que en aquella ocasión aciaga supo cumplir como un bravo y Sender tan antimilitarista, lo refleja como el caso del Teniente Coronel que nunca abandonó a un herido ofreciendo su propio caballo. Por el contrario otros prefieren que el herido no llegue a las alambradas y lo abandonan a su suerte.
Hay un Comandante X que parece González Tablos. el Jefe de regulares, también trágicamente muerto. Mencionado por su apelativo «el gato». aparece uno de los lugartenientes de Abdelkrin supuestamente muerto por un soldado visionario. La morisma parece cruel, pero justificado por defender un territorio suyo. Se le provoca echando fuera de la posición los cadáveres de la policía indígena a la que estúpidamente se ha envidado a combatir en su propia tierra. Cuando ese ejército pase de ser el peor de Europa a ser el mejor colonial de su época, la policía indígena habrá sido suprimida y no habrá más tropas moras que las de Regulares y Mehalla Jalifiana y en caso de conflicto serán enviados a zonas distintas dc su origen. Lo que observó Sender, los mandos capaces lo vieron también, lo triste fue la sangre que costó, en una guerra tan discutible, para aprenderlo.
Como dice el propio Sender. al principio de la obra, el aragonés Viance podría ser cualquiera de los 200 españoles que entre 1920 y 1925 pasaron por Marruecos y entre sus experiencias personales y múltiples testimonios recogidos ha construido Sender el personaje. Pero hay una vinculación extraordinaria con las vvenctas de Juan Modesto, fundador del quinto regimiento de Milicias Populares y Jefe de un cuerpo de Ejército en la batalla del Ebro. Modesto, como Barea y Sender. también fije mando procedente de soldado de haber en Marruecos. Como Viance también se enfrenta a un comandante y llega a más, pues se pelea con él y acaba detenido por las bayonetas del Tercio. Modesto, de un culatazo descrismó.como él decia. a un sargento achulado que le derribó intencionadamente y tuvo que ir voluntario a Africa: allí fue recargado en el servicio como Viance y sc le llegó a prohibir durante cuatro meses cl uso de las armas
.
En Beni Haros le enviaban con el mulo más rebelde a buscar leña.contando con que los moros le mataran, no fue así y pudo ser de los pocos privilegiados europeos que pudieron presenciar la fiesta del hacha. Como Modesto y Rafael Alberti fueron condiscípulos y se vieron a menudo en Madrid, las connotaciones revolucionarias y también comunistas hicieron el resto y no cabe duda que estas experiencias de Juan Modesto fueron conocidas por Ramón J. Sender e influyeron en su relato vivo e histórico al mismo tiempo.
Personaje curioso es el Comandante que en un automóvil se niega a reconocer a Viance y a un oficial camuflado con guerrera de soldado (ya que los rifeños mataban primero a los oficiales). Es poco verosímil que un vehículo circulara por una carretera encajonada entre montañas con los
mejores francotiradores «los pacos» apostados en las alturas de tan estrecho camino, más bien parece una referencia a los trabajos de los humorístas de la época siendo publicados en «Blanco y Negro» y a la frase que tinalizara la campaña, el poder viajar de Ceuta a Melilla en automóvil. Este
cruel Comandante, joven describe Sender «tiene una expresión taciturna casi siniestra», tras preguntar por el general Silvestre los abandona, según se expresa en la p. 157, acompañado por dos oficiales recelosos y después de golpear con la culata dc la pistola en la mano a Viance. Este personaje descrito en 1930 y aunque no sea tan famoso como su hermano Ramón todavía, podría corresponder a Franco o a Mola... Pero Franco se encontraba en ese momento trasladándose con la legión por mar, de Ceuta a Melilla. Por ello no iba a estar en los momentos últimos del desastre recorriéndolo con tran breve escolta. De todas formas, la insinuación es suficiente, podría ser también Yagüe y éste ya siendo Teniente Coronel firmó el arresto de Juan Modesto.
«Imán» es un estallido de ideas, y como dice Peñuelas (Prólogo p. 78) se adelanta a la novela «Nueva» de nuestros días, hay una fuerte ambigüedad en las descripciones de hechos que se acumulan, aparentando falta de coherencia en las secuencias de tiempo. espacio y punto de vista. No se sabe quien habla, si el soldado Viance cuyo reclutamiento ha supuesto la tragedia para su familia, privada de los únicos brazos útiles en su pedregoso yermo aragonés o el Sargento periodista al que un Suboficial ordenancista le ha puesto el Don que le corresponde al encuadrarse, creyendo al principio que era periodista de los que venden periódicos, contestando Sender: «no, de los que los escriben». Cuando el Capitán N escuchó el Don. se molestó y le encomienda los servicios menos airosos llamándole don continuamente en una reacción de algunos militares hacia la cultura. que ha llegado a nuestros días cuando precisamente el Ejército seria el más beneficiado de aprovechar adecuadamente a los más cultos>. Así, Ernesto Giménez Caballero, en Notas Marruecas de un soldado, dice: «Todos los españoles que han servido en Marruecos. debían de intervenir en la depuración de las responsabilidades, no sólo de los antiguos que motivaron esta campaña. sino de los recientes, de los mil errores y canalladas
que hemos visto. No permitamos más que algunos ineptos con galones y estrellas imperen sobre nuestra juventud más delicada y más culta». Las connotaciones entre la obra de Giménez Caballero y la de Sender son excepcionales pues a pesar de la inmensa distancia política que los separaba. ambos eran de los 200.000 soldados que de 1920 a 1925 pasaron por Marruecos. O. Caballero renegaba del sistema del soldado de cuota y la injusticia que suponía para los soldados «de haber» permanecer tres años en Africa. El caso de O. Caballero es más lamentable que el de Sender: siendo Catedrático de español en Estrasburgo. tiene que irse a Marruecos a pesar de ser soldado de cuota. Su libro tuvo tal impacto. que publicado después de licenciado fue conducido por la policia militar ante el General Primo de Rivera. el cual no aceptó su procesamiento, pues manifestó que pensaba lo mismo sobre el abandono del protectorado. Es la trayectoria de una generación destrozada por una guerra y que sin recuperarse dc ella se verá inmersa en otra.

LA CRíTICA SENDERIANA
Además de lo ya apuntado como expresa Peñuelas (Prólogo) hay un sentido pacifista y de protesta social incluso dentro de la impresión desoladora de una existencia cruel en la que el hombre está permanentemente amenazado y vive de regalo. La larga huida de Igueriben a Annual. de allí a Drius, de aqui a Tistutin es un largo recorrido en el que aparecen las miserias humanas de los españoles y su insolidaridad mezclados con la crueldad y destrucción causadas por los moros. El soldado ha perdido su personalidad y se ha integrado en un inmenso monstruo que se ha convertido en una columna serpenteante que resopla y se mueve lentamente y sin embargo hay notas aisladas de solidaridad. El Sargento instruido trata con respeto a los soldados, el andaluz chusquero a garrotazos (p. 51). Pese a todo, al palúdico que no le dan de baja se le introduce en la tienda. El mismo sargento del «Don» trataba al personaje que Sender se atribuye.en la observación perfecta de las cosas de segundo término, con cierta «inclinación» no exenta de autoridad, pero tampoco de respeto.
El interés de los soldados por vigilar los cadáveres en la 2 fase ya victoriosa. La mayoría son oficiales, casi niños y soldados «de cuota» los de las clases altas, hermanados con los más modestos en la muerte. Hay tres legionarios merodeando para robarles los relojes, los zapatos y todo lo de valor que lleven, «muerte y legión siempre están unidas». Pero eso no revela, y el «Blanco y Negro» de la época lo demuestra con sus esquelas, que Marruecos fue la tumba de la oficialidad joven de la época. Como Antonio Elorza en su artículo de noviembre de 1985 en «El País» citaba en el «Rosebud Africano» de los supervivientes surgirían los Africanistas que «sabían manera» al decir de los moros, según Elorza que repite el texto de Franco de «Diario de una bandera». Sender dice: «es bello morir joven y fuerte sin agonias sucias, sin coro de viejas rezadoras» (p. 56).
Al linal de su trágico recorrido llegará a Zeluan y de nuevo es requerido para la defensa, un guardia civil ordenancista le ayudará y le comentará que está dispuesto a renunciar a su sueldo y ser soldado voluntario para hacer pagar sus culpas a los moros que han crucificado a españoles en la Iglesia. En Melilla. un oficial médico le curará sus heridas a pesar de no tener la baja ante una multitud que buye al puerto y sin embargo una monja obligada a la caridad, no le dará cama hospitalaria, por el requisito burocrático de la baja. El contraste es implacable y sobran comentarios.
A Viance se le ha situado en el Regimiento 42. El regimiento Ceriñola es uno dc los cuatro de «cazadores de Africa» y que eran las únicas Unidades formadas por soldados peninsulares adecuadamente entrenados. En la retirada de Annual. solo Ceriñola y San Fernando junto con el Escuadrón de Alcántara. descrito con carácter fantasmagórico, como espiritus de la noche con caballos espumosos que siguen combatiendo hasta caer exánimes salvan el papel español. En el Ceriñola. en primera línea siempre, por haber tenido pelotones de castigados, había una extraña solidaridad entre sus componentes y por ello se ayudaban. Precisamente por ello Sender situa a Viance en el Ceriñola presente en «todos los fregaos» y por eso los moros decían «seriñolas estar como chacales». Después de Annual y Monte Arrant Sender sirvió como sargento y alferez en el Ceriñola entre 1923 y 1925.
El Ceriñola en Igueriben tiene como jefe a Benítez. uno de los que mejor trataban a los soldados, pero que prohibió jugar al ajedrez (p. 88) por proferir expresiones malsonantes contra el rey y la reina y pese a todo al soldado saliente de guardia le roban si se descuida.
Para un oficial, si un soldado no puede seguir, herido, es mejor pegarle un tiro para que no lo martiricen los moros., sin embargo el propio Teniente Coronel dice «cuando no haya otro recurso, está mi caballo», Y Sender apostilla: «tenía fama de sentimental entre los jefes.de poco militar...». Generoso es el oficial de ametralladoras. el suboficial a cargo de los sargentos. Generoso es Viance (p. 139) cuando recoge la carta del aristócrata con extraños adornos y flor encima (¿El hijo de Romanones?). Generosidad hay en Viance cuando ve al Comandante Benítez disparando valientemente en el parapeto con su pistola y «le entra un estorbo en el pecho. una ternura extraña una voz desde lo más hondo que le infunde animo» (p. 138). Hay admiración al cabo banderín (p. 282) que dice al mozo «Vosotros tenéis razón».
El observador Sender capta la nueva significación de lo que sería un arma pavorosa: la aviación (p. 78). la mortandad terrible para contrarios y propios si los alcanzan las bombas de hiperita. La eficaz actuación (p. 82) ametrallando trincheras, destruyendo aduares, quemando cosechas, eso era ya bombardeo estratégico y ello obligó a los moros a preparar refugios contra los aviones para 50 o más personas (p. 267). Cita también que ante los parapetos de Annual se mostró el cadáver de un oficial piloto martirizado, no he encontrado prueba histórica en la época de semejante hecho, es más posterior cuando al Oficial Herraiz se le mató martirizándole por negarse a bombardear con su avión capturado las posiciones españolas.
Al final el soldado es eficiente, pues a la fuerza ahorcan y tiene la paciencia de fingirse dormido para sorprender al enemigo que se arrastra en la noche para acuchillarle cuando se descuida. Después de esta prueba de valor, el sargento Sender ve asombrado como el mismo soldado se juega la vida para recoger un cinturón de 20 centímetros (p. 59).
El mismo Viance no se lajuega buscando a un mulo insumiso cargado de municiones (otra clara referencia a Juan Modesto), sino que dispara y lo mata (p. 278). Ambos hechos corresponden al final del periodo descrito, aunque estén separados en el espacio: el ejército colonial ya tiene «saber manera».

EL EPITAFIO TRÁGICO E IRÓNICO
Por último la ironía de una condecoración autoconcedida (cinta verde, medalla de sufrimientos por la patria, que seda al que la pide) es el único regalo del soldado licenciado que sc encuentra al volver sin pueblo siquiera, pues ha sido inundado. Con todo su patetismo el final ridiculiza la tragedia de una España desgarrada en su interior y volcada hacia la autoinmolación marroquí. En el poblado dc los trabajadores del pantano, una cupletista luciendo la medalla de Viance. canta en el Aragón transformado de la Dictadura, la canción del soldado ciego que obtuvo la cruz del mérito, con tres vivas a España. Su ceguera, también era la de España.

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